Estrellitas

martes, 30 de abril de 2013

PROYECTO "MIRAR LA LOCURA"


JUSTIFICACION:

ANTECEDENTES CULTURALES Y ANTECEDENTES ARTÍSTICOS

 Nuestro proyecto se basa en la locura. Nuestra facultad, no hace mucho, fue un hospital psiquiátrico. Comenzaremos haciendo unas breves reseñas sobre este edificio exento, rodeado de jardines con trazado geométrico. La fachada principal, de gran desarrollo, tiene cuerpo central y extremos salientes. Sobre el primero, portada clasicista con arco semicircular, entre columnas que sostienen un balcón principal, culminado por un frontón. A los lados, sendas torres abiertas con huecos paladianos. En los cuerpos extremos, miradores exagonales y ventanas giratorias de carpintería metálica. Toda la obra es de fábrica de ladrillo visto bien trabado. Los huecos se enmarcan sencillamente con este mismo material, que también forma la cornisa.

Interiormente el edificio forma dos grandes patios abiertos a la fachada posterior que dejan en medio la antigua capilla, de tratamiento muy sencillo y situada, como en la portada, en el eje de la construcción. Las dependencias se organizan en torno a las galerías, que corren alrededor de los patios.

Atrás se construyeron dos pabellones aislados, más bajos y un edificio de lavandería. El conjunto es obra del arquitecto Fernando Wilhelmi Manzano.

 El llamado Hospital de la Virgen albergaba a enfermos mentales con diferentes patologías psiquiátricas como: disminuidos psíquicos, esquizofrénicos, personas a las que se les podía atribuir una conducta anormal…

Antes de introducirnos en nuestro proyecto, nos vemos en la necesidad de conocer más profundamente que es “la locura” o lo que es lo mismo el término médico esquizofrenia.

El nombre de “esquizofrenia” se debe a Eugen Bleuler, psiquiatra famoso de Suiza. El término significa “mente dividida”. Pero ¿ha existido siempre y en todas las culturas la esquizofrenia? Diversos estudios han llegado a la conclusión  de que la esquizofrenia es una enfermedad universal, de todos los tiempos y culturas.

      Desde siempre se pueden encontrar en las obras de muchos escritores descripciones que corresponden a individuos con esta enfermedad. En el Ayur-Veda hay relatos, 1.400 antes de Cristo, en los que se describe una enfermedad que hace al enfermo “glotón”, sucio, anda desnudo, pierde la memoria y va de un lado a otro de manera extraña”. Sorano, en el siglo II a.C., habla de individuos “que no quieren orinar por miedo a producir un nuevo diluvio”; este médico grecolatino decía también que “se creen gallinas, vasos de arcilla, dioses, oradores, actores, jefes…”. Durante toda la Edad Media algunos de los acusados de prácticas de brujería padecían esta enfermedad y acabaron en la hoguera; otros eran tildados de “posesos” y sometidos a ritos de exorcismo.

      En los tiempos de la Historia Moderna los locos formaban un todo con los marginados, mendigos, “viciosos” y otros enfermos como leprosos o los sifilíticos. Con Pinel, desde finales del siglo XVIII, ya comienza a considerarse la locura como una enfermedad mental o psíquica y se diferencian a diversos tipos: melancolía, manía, demencia e idioticia. Posteriormente y durante todo el siglo XIX fueron apareciendo y diferenciándose las monomanías, el delirio sistemático de persecución, otros tipos de delirios, la catatonia, la demencia precoz, la hebefrenia, etc.

      El concepto actual de esquizofrenia proviene de Emil Kraepelin. Este autor sintetizó y ordenó los conocimientos anteriores. En su Tratado de Psiquiatria describió la demencia precoz como una enfermedad de jóvenes, que cursaba preferentemente en brotes y que llevaba a la demenciación, aunque no siempre; comprendía tres cuadros: la paranoia, la catatonia y la hebefrenia. Posteriormente se añadió  un cuarto tipo: la esquizofrenia simple. Este esquema se ha mantenido hasta nuestros días, aunque han surgido desde entonces numerosas aportaciones.

 

      La esquizofrenia o lo que vulgarmente llamamos locura es una enfermedad compleja, con modos de comienzo variados y sintomatología que a veces es muy diferente de unos enfermos a otros. Los síntomas pueden ser unos al comienzo de la enfermedad y otros cuando ésta ya se ha instaurado o lleva años de evolución. Un tiempo antes de que brote la enfermedad se pueden observar los llamados “síntomas prodrómicos”: retraimiento social, abandono o disminución del rendimiento en el trabajo o los estudios, falta de energía, disminución del apetito, abandono del cuidado personal, alteraciones de la conducta, pensamiento mágico o supersticioso, etc. Todo esto puede venir sucediendo incluso meses antes del comienzo activo del trastorno. El inicio puede ser brusco o tan lento que resulte imperceptible.

      Vamos a ver los síntomas de la esquizofrenia divididos en varios bloques:

-          Alteraciones de la percepción. Las más notables son las alucinaciones. Se ha definido la alucinación como una “percepción son objeto exterior”: el individuo puede oír un insulto cuando no hay nadie a su alrededor, puede sentir un olor más o menos agradable o desagradable, pero que en realidad no existe, o ver figuras inexistentes en una habitación, etc.

      Las alucinaciones pueden ser auditivas, visuales, olfativas, gustativas, táctiles y cenestésicas. Las más frecuentes son las auditivas: se oyen “voces” que ordenan, insultan, comentan lo que uno hace, hablan entre sí, repiten el propio pensamiento… Los enfermos pueden extrañarse de que cuanto ellos piensan lo oyen en voz alta, tanto si están solos como acompañados. Pueden ser simples o complejas, pero siempre se oyen con un tono claro y localizadas en el exterior. Las reacciones del enfermo son muy diversas: responde, se ríe, las ignora… Cuando esas “voces” se oyen dentro de uno mismo, no en el espacio exterior, se tratará de pseudoalucinaciones, también frecuentes en la esquizofrenia.

-          Alteraciones del pensamiento. El esquizofrénico tiene su modo especial de pensar y expresar esos pensamientos. Lo más característico en este sentido sol los llamados “Trastornos formales”. Entre ellos se encuentran los siguientes:

·       Pensamiento incoherente. Cuando el enfermo expresa su pensamiento no hay coherencia entre todo lo que dice: puede faltar la conexión entre unas palabras y otras, o bien utiliza palabras cuyo significado sólo él conoce, o frases sin sentido.

·       Pérdida de asociaciones. Las ideas se ponen una al lado de otra sin relación comprensible.

·       Pensamiento ilógico. Relaciona hechos, ideas u objetos sin ilación alguna.

      Otras alteraciones son las del “contenido” del pensamiento. Entre ellas se encuentra todo lo referente al campo de los delirios.

El delirio se define como una idea errónea, originada patológicamente y que resiste a toda argumentación. El delirio es algo individual, propio del sujeto que lo ha producido. Las ideas delirantes más frecuentes son las de persecución y las autorreferenciales (el sujeto cree que le persiguen, que hay tramas ocultas que buscan hacerle daño o liberarse de él; percibe y cree que lo vigilan, que hablan de él en los medios de comunicación, en la calle…). Otros delirios se refieren al fin del mundo, a la grandeza personal (el tópico del que se cree Napoleón, o investigador, o escribe cartas y las envía a los principales mandatarios del mundo), a una supuesta relación con Dios o con el diablo (ser Hijo de Dios, Mesías salvador, estar en lucha con el diablo, ser un héroe político), etc.

-          Alteraciones del lenguaje. Las alteraciones del pensamiento y del lenguaje van unidas, pues los trastornos del pensamiento los conocemos gracias a su manifestación a través del lenguaje. Así pues, se puede hablar de lenguaje incoherente, ilógico, pobre, vago… Hay, además, otras alteraciones:

·       Neologismos. Consiste en la creación de palabras o expresiones nuevas.

·       Mutismo. Es la inhibición del habla. El enfermo puede pasar horas, días o semanas sin articular palabra, aunque a veces accede a comunicarse mediante la escritura o los gestos.

·       Ecolalia. Es la repetición de palabras o frases que se acaban de oír.

·       Palilalia o estereotipia verbal. Consiste en repetir una y otra vez las mismas palabras o frases.

·       Otras: Bradifasia o habla lentificada, logorrea o compulsión a hablar, taquifasia o habla acelerada, parafasia o respuestas sin sentido…

 

-          Alteraciones de la conducta:

·       Estupor catatónico. El enfermo permanece inmóvil durante horas, días o semanas, y a veces es incluso necesaria la alimentación por sonda. En esta situación el enfermo oye y está tenso, pero no responde. Algunos presentan la llamada catalepsia o adaptación de posturas poco naturales y la “flexibilidad cérea”, que consiste en la docilidad para dejarse llevar a cualquier postura (como si fueran de cera) y mantenerla aunque sea incómoda.

·       Agitación catatónica. A veces, tras un estado de estupor, el enfermo corre, grita, huye, se araña… Estos síntomas catatónicos es probable que estén relacionados con angustias intensas referentes al sentimiento de la propia existencia del individuo.

·       Negativismo. Es la oposición a demandan externas: el paciente no coopera o hace lo contrario de lo que se le dice.

·       Ecopraxia. El enfermo imita las posturas o movimientos que acaba de ver.

·       Conducta extravagante. Consiste en la realización de actos que se apartan de lo habitual. Es frecuente la dejadez en el vestir y en el aseo personal, no importándole nada al enfermo este aspecto de su vida.

-          Alteraciones afectivas:

·       Aplanamiento o embotamiento afectivo. Las reacciones afectivas están muy disminuidas; parece como si no sintieran amor, ni rencor, ni odio, ni deseos… En su rostro apenas hay gestos que indiquen emociones.

·       Anhedonia. Es la dificultad o incapacidad para sentir emociones agradables o placer por los diversos aspectos de la vida. Es como un sentimiento de vacío.

·       Respuestas emocionales inapropiadas o incongruentes. Si nos ha sucedido un hecho doloroso, al contarlo sentimos dolor y angustia; esto a veces no le sucede al esquizofrénico, que puede mostrarse alegre mientras lo cuenta (lo cual no indica que no siente dolor; sencillamente muestra lo contrario).

-          Alteraciones de la voluntad. Con frecuencia los esquizofrénicos manifiestan inercia, apatía: parece como si los deseos y las intenciones no existieran. Su voluntad está paralizada. Pueden comenzar una acción, pero la abandonan pronto por falta de motivación o porque las alternativas entre las que hay que elegir los bloquean.

      Dentro de la esquizofrenia hay diferentes tipos :

·       Esquizofrenia paranoide. Es muy frecuente. Se caracteriza por ideas delirantes de persecución, grandeza, celos, o de ser controlado. Los esquizofrénicos paranoides se sienten perseguidos, observados, son el centro de críticas y conspiraciones nacionales o internacionales. Con frecuencia tienen alucinaciones auditivas (voces que dan órdenes al enfermo, risas, silbidos…) Suelen estar tensos, irritables, siempre en guardia, y discuten muy a menudo.

·       Esquizofrenia catatónica. Su característica es la presencia de alteraciones psicomotoras graves. Suelen distinguirse dos tipos de catatonía, la agitada y la estuporosa. La catatonía agitada se caracteriza por una agitación continua: el individuo se encuentra excitado, corre, grita, va de un lado a otro sin sentido y sin hacer caso de cuanto sucede a su alrededor; puede lesionarse o caer exhausto. La estuporosa, más frecuente, se caracteriza, por un estado de disminución o bloqueo total del movimiento; es posible que presente mutismos, catalepsia, flexibilidad cérea, rigidez muscular, etc.

·       Esquizofrenia hebefrénica. En esta forma son muy notable los trastornos de la afectividad, que se encuentra aplanada, embotada, y es superficial; con frecuencia hay risas sin motivo, muecas, movimientos estereotipados, actividad extraña sin finalidad aparente. El pensamiento está desorganizado y es vago e incoherente. Existe desgana o apatía para todo; el enfermo puede pasar el día tumbado en la cama; no tiene actividad alguna.

·       Esquizofrenia simple. El comienzo es muy lento. Gradualmente, un individuo antes normal comienza a retirarse de la relación social, se vuelve solitario, rinde cada vez menos en sus tareas cotidianas, casi todo le es indiferente y empieza a comportarse de un modo extravagante. No suele haber delirio ni alucinaciones. Muchos de ellos se volverán marginados, mendigos o simplemente, vagos.

      El diagnóstico a veces es difícil, pues estas personas no tienen, aparentemente, más que problemas de tipo social: son individuos sin trabajo y sin medios económicos.

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